Por cierto, como a mi vuelta algún otro colaborador no haya posteado, van a rodar cabezas... ¬¬
¡Felices días navideños de entre medias! ¡Ha caído el Papa!
No obstante, acepto tres tipos de regalos, que tienen en común que no tienen que ser periódicos (ni revistas, NO, me refiero a que no se tienen que repetir periódicamente):
¿Habéis encontrado el amigo invisible en estos guiones?
No somos pocos los que, en general, decimos abiertamente que no nos gustan los regalos. aunque bien es cierto que hay gente que disfruta un montón con la idea de tener que hacerlos regalos. Bravo por ellos y por su sensibilidad y abnegación.
Cambiando de tema, un cuarto premio, el 69393, bastante parecido al que anuncié ya aquí que vendían fastuosamente en mi barrio, el 69363, lo que quiere decir que no significa nada, pero que caramba, que a veces la tontería de comprar números bonitos funciona. Aún así ha sido premiado con 100 lereles al décimo. Y el otro que mencionaba, el 47434, con reintegro por acabar como el gordo. Ya veis, sin haber comprao un décimo, he andao más cerca que muchos que os habéis gastao un pastizal!
También quiero decir que viajé con Air Comet, y que nos dieron de gratis de comer y me comí un estofao buenísimo y un montón de cosas más, quién iba a decirlo, comer mejor en el avión que en muchos restaurantes… Claro que han pagado ser tan exquisitos y han quebrado, y es que se ve que no se puede dar un buen servicio al cliente, porque te lleva a la ruina, y sólo el modelo usurero de la carta de comida y bebida con precios por las nubes (me sale sin querer), y los modelos low cost, de te cobro 30 € por facturar maleta, parecen funcionar. Para los más crédulos, no tomar por cierto lo que se dice en cabestrini, que no han quebrao por exceso de recursos en cocina, que es broma. Que han quebrao porque en la última huelga de pilotos cedieron a sus pretensiones económicas y se les ha ido la deuda de las manos.
Adriana Lima, buen fichaje pa el Madrid. Si dejó a Marko Jaric 5 partidos seguidos sin anotar tras la noche de bodas, ¿qué no haría con Prigioni?
Hola, hola, coleguitas del saber. Al fin cayó en mis manos, y ahora que lo he acabado debo decir que me ha decepcionado. Ya que Milinko en su día lo nombró, en ese ya blog de culto, como uno de sus favoritos, aquí contesto que no lo entiendo. Será cuestión de gustos dirá.
A ver, no es que esté mal, mal, es que estamos hablando del libro que le abrió a Saramago las puertas del nobel, y uno se espera algo más de miga. Presentado como una novela de ficción me ahorraba todo esto que viene, pero como se presenta tan pretencioso, con miras tan profundas, pues yo digo que resulta simple, y sus paradojas de lo más pueriles. A lo largo de todo el libro dando excesivo protagonismo a expresiones del tipo: ‘se preguntó que hora es y miró maquinalmente su muñeca, sin darse cuenta de que no veía’, o cuando un ciego pisa a otro y: ‘Es que no ves por donde pasas’, y así…
Pero claro, algo tendrá, pues si, pues que se lee fácil, un tío que escribe bien, y hace una concesión para todos los públicos (¿meritorio?); o que es original, aunque creo que eso es más trabajo de un guionista que de un literato, creo yo, que en la narración necesito algo más, que parezca literatura y no un guión de una película, que por cierto creo que la han hecho. Vamos, que Saramago mantiene el dinamismo y el interés, aunque no es lo que se nos vende: una reflexión del copón.
Pasado un tercio de las páginas se vuelve reiterativo y previsible, la trama se diluye, pero aguanta hasta el final, espera esa reflexión final, para que te diga: ‘a lo mejor es que siempre hemos sido ciegos, ciegos que ven’. Todo el libro montado alrededor de esto. Hacemos más lecturas, vale, que si cada uno de nosotros en un mundo en el que los demás parecen ciegos, o cuánta necesidad vital tienen los ciegos de espíritu de los que no los son, o que nos puede llegar un castigo de la manera más inverosímil por haber hecho el mundo tan antropocentrista, o las que no haya encontrado, que serán, pero a mi entender, tirando a simplonas todas. Aunque es cierto que seguramente las conciencias sólo se remueven con ideas sencillas. Me confunde la escena de la iglesia, con los cristos con los ojos vendados, en la que supongo que alguien culpa a dios de castigarles, pero no creo que el mensaje vaya por ahí, ya es un ateo empedernido, sino que el castigo sería de la propia naturaleza. No sé que querrá, porque la verdad es que se centra en exceso en el desorden de una nueva sociedad y en los problemas de organización, cuando eso ya está más que tratado, como por ejemplo en ‘El señor de las moscas’, de W. Goldwing, apoteósico bodrio y, que ni que decir tiene, muy sobrevalorado también. No leer.
Y también se centra mucho en la importancia relativa de los objetos que nos rodean, aprovecha de paso para cargarse la propiedad privada y sacar su lado más comunista. Pero estamos en lo mismo, ya sabía que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Es que es algo que ya sabía. Se dice mucho también, no, es que cómo trata la condición humana, sus pasiones y sus instintos, las profundidades del alma, y bla bla bla… pues en este libro, con simpleza, qué queréis que os diga, en otros no. El autor me gusta, el libro no, aclaro. Su estilo propio, por supuesto, con su narración continuista, falta de nombres propios, de signos de puntuación, etc. Inimaginable que otro desafíe con esas patadas lingüísticas y salga bien parado.
Trivial. Simple como una pandereta. Si alguien me pregunta por él, le diré: seguro que te gustará, como a tantos, pero yo no lo recomiendo. Lo mejor:
La virtud, habrá aún quién la ignore, siempre encuentra escollos en el durísimo camino a la perfección, pero el pecado y el vicio se ven favorecidos por la fortuna.
La venganza, cuando es justa, es cosa humana, si la víctima no tuviera un derecho sobre el verdugo, entonces no habría justicia.
The monkey, the man, and then the gun… qué pasa coleguitas
Estábamos menos gente de la que era de esperar, sorpresa también para la gentuza de los reventas, que ayer se las comían con patatas y nos la sacamos, la entrada, más barata que en taquilla. Siguieron con The Fight Song, y de ahí venga a darle a canciones nuevas, y venga a dejarse éxitos en el tintero... Pero aún a pesar del giro mediocre que hace un tiempo ya dieron a sus canciones, y aún a pesar de la noche perezosa que tuvieron, uno siempre se entretiene…
Es curiosa la forma en que este fulanoide resulta glamuroso, elegante en lo esperpéntico y hasta en lo grosero, y sobre todo que trata el tema de la decadencia de la sociedad y de su hipocresía como nadie. También es bueno en el papel de provocador, de agitador de meapilas, me encantó por ejemplo en una gira anterior como utilizaba todas las técnicas de publicidad conocidas con la palabra ‘drugs’, ahí, educando a los jóvenes. En esta gira les ha dado por obsesionarse con los focos, moló la puesta en escena inicial, con láseres en los dedos como Eduardo Manostijeras perdiéndose en la niebla…
Y sin que uno se lo espere, llegó el momentazo de la noche: bandera de la Comunidad de Madrid al viento con la que se atuenda el pollo, y a cantar, imaginaos lo grotesco-burlesco de la estampa, en el público todos flipaos, pero será chaquetero y pelota, ayer y mañana se pondrá cualquier otra, cuando pronto caí en que sencillamente se la habrían tirao y yo no lo vi, y el tio enrollao se la puso sin saber lo que era. Pues imaginaos cómo quedaba de rollo Espe chupiguay con los jóvenes, a la vez que qué alargados son sus tentáculos, que ya se les queda pequeño Telemadrid. Sin quererlo, fue el momento más disparatado y esperpéntico –¡qué apropiado!-, del concierto, que en aquella atmósfera oscura, resultó de lo más cómico-grotesco de toda la noche, y ellos sin saberlo.
Me fumé algo verde anteriormente, no me queda otra que mencionarlo para entender este párrafo, cuando MM (que viene de MuerdealMohadas) se saca un cuchillo enorme. Es ahí cuando fui testigo del razonamiento más rápido que he presenciado en toda mi vida. No transcurridos dos segundos me dice mi compi: ‘el cuchillo es de plástico’, digo: ‘como lo sabes si casi no se ve’, dice: ‘no lo habrán podido pasar por el filtro del aeropuerto, y no van a arriesgarse a tener que comprar un juego de cuchillos en cada país al que lleguen’, yo to flipao, desbordao ante ese despliegue de lógica ultrarrápida, perdido en mi asombro… Pero claro, ahora que lo escribo, me doy cuenta de que no hay por donde cogerlo, porque por supuesto podrían facturarlo, ahí en su cajita bien guardao, pero esto es lo de menos, porque anoche me dejó bien noqueao unos minutos, que es a lo que fui…
Ya sólo desearos dulces sueños…. Joder, no puedo poner ese video. Pongo otro
Se acerca la Navipeich y con ella… ¡¡la lotería!! Vosotros ya lo sabiais porque hace tiempo que véis los turrones y las peladillas en el super, y yo, por esto y porque un kiosko de mi barrio ha colocado dos cartulinas ENORMES con estos dos números: 47.434 y 69.363. Que se vean. Que se aprendan.
Yendo esto de publicidad agresiva, yo al kioskero le sugeriría poner un cartel entre medias que dijera ‘VENDIDOS AQUÍ’. ¿Qué os parece? Es lo que se pone una vez que ha tocado, ¿pero por qué no utilizar la frase como reclamo para antes del sorteo? Creo que sería cojonuda y no es engañosa, no mientes con ello. O ya puestos, porqué no un globo zeppelín de 8 metros (de los que se ven en el basket) paseando por las calles del barrio, con el 47.434 en un lado y el 69.363 en el otro. Ahí, taladrándote.
Si no compráis lotería, guay, pero para comprar el del día de la muerte de Jacko, casi que mejor el 47.434 o el 69.363, ¿no? Otro bueno sería el de la de Montes, amigo, cómpralo que ¡la vida puede ser maravillosa! Es un mensaje oculto de ultratumba. Para mí este número es el gran tapado y puede dar la sorpresa.
No soy supersticioso ni nada, ni suelo comprar lotería, como mucho soy de los que compran los números que compran aquellos que no quieres que les toque y a ti no, como por ejemplo el número de la empresa. Ese es inexcusable.
Así que nada, a joderse vosotros también, que mira que ancho se queda uno compartiendo este mal rollo con los demás. Que toca, pues nada, habiendo extendido este sentimiento de culpa seguro que será más llevadero. Mal de muchos consuelo de tontos. Ese soy yo.
Por cierto, por si a alguno lo ha pasado por alto: 47.434 y 69.363. Ahí lo lleváis.
Han difundido fotos de cómo sería Madeleine hoy con 6 añitos. Por todo el mundo. Traducido hasta en seis idiomas.
El caso es que es sabido por todos que lamentablemente hay miles de niños desaparecidos en el mundo, pero curiosamente muy pocos casos se popularizan. Curiosamente digo porque la sociedad está enferma y sólo se conmueve con las tragedias que le pasan a los ricos. Las de los pobres no es que no importen, es que posiblemente ni existan. No le demos vueltas a esto no sea que estemos equivocados y nos perturbemos en exceso. Todo esto tiene un nombre: sensacionalismo. No descubro nada nuevo con ello, por lo que el motivo del post es el que sigue.
Con todos mis respetos, y en modo de humilde protesta, me uno a la corriente sensacionalista –si no puedes combatir a tu enemigo, únete a él-, y tanto si me permitís como si no, publico mi particular boceto-visión del how would she look like today.
Con cariño y empatía,
Sinuhé
Con posts como el de hoy uno se da cuenta de lo flojo flojo flojo que es su blog. Imagino que el mejor síntoma para saber que un blog entra en decadencia, es decir, falto de ideas, bueno, dejémoslo en que atraviese momentos de dudas, es cuando empieza a abusar en exceso de material de otros. O lo que es peor, alimentarse de forwards que circulan en torrente por la red. Si, si, esos mismos que antes se reenviaban sin más, sin siquiera decir una palabra propia y cuya cabecera era [Re: Fwd: re: Re: Fwd: fwd: no os lo perdáis]. Bueno, pues ahora dan para un post. Cambian los tiempos.
Pues aquí seguimos los cuatro, el menda que escribe según se ha autodescrito, el Charleston y el Berlanga missing en combate, y el Sole en otro blog haciendo migas con poetas de nata y fresa.
Ale, a practicar vuestro inglés que falta os hace. Es facilito, no os quejéis.
¡¡Suproliga europea ya!! Hagamos caso al tito Floren, lo que no puede ser es que el Madrid juegue en Anfield cada 50 años (con lo que se disfruta el prepartido), o contra el Milán cada 10 años. Y mientras tanto jugando con equipos tan inferiores como el Alcorcón… Los grandes contra los grandes y dejad a los pequeños entre ellos también ¡No hay derecho a lo del martes!
Unos buenos amigos me han regalado un libro: ‘Guerra y paz’, un clásico de la narrativa universal que no había leído. Son 1200 páginas, una tras otra. Lev Tolstón parece que pone en la portada. Armado de valor, enciendo el flexo y me dispongo a enfrentarme a él, cuando no transcurridas dos páginas, me encuentro con la siguiente joyita del autor. Un aviso para el lector:
“Solamente escribo sobre príncipes, condes, senadores y sus hijos, y me temo que no va a haber otros personajes en mis historias. Puede que esto no esté bien y no le guste al público, pero no puedo satisfacerle por muchas razones.
La primera, porque todos los recuerdos históricos provienen de gente de clase alta alfabetizada, y todos los relatos interesantes que he podido escuchar, solo se los he oído contar a gente de esta clase.
La segunda porque la vida de los campesinos, comerciantes, presidiarios y seminaristas me resulta monótona, aburrida, y todas las acciones de esas gentes se me antojan resultado en gran medida de los mismos resortes: la envidia hacia las castas más afortunadas, la avaricia y las pasiones materiales. [¿?] Entonces sus acciones quedan tan dominadas por estos impulsos que resulta difícil entenderlas, y por lo tanto, describirlas.
La tercera porque la vida de estas gentes no es hermosas y no deja huella en el tiempo.
La cuarta porque nunca podré comprender que es lo que piensa el centinela de la garita, o qué siente el tendero que pregona que compren tirantes y corbatas, al igual que nunca podré comprender qué piensa la vaca cuando la ordeñan. [!!!!]
La quinta (la mejor causa), porque yo mismo pertenezco a la clase alta y la adoro.
No soy un pequeño burgués, sino un aristócrata porque me alegra recordar a mis padres, abuelos y bisabuelos, y porque me educaron en el respeto a la elegancia, a las manos limpias, y a la belleza de un vestido o un carruaje.
Soy un aristócrata porque no puedo creer en la elevada inteligencia, el gusto refinado y la gran honestidad del que se hurga la nariz y habla con Dios.
Todo esto es muy tonto, puede que hasta criminal e impertinente, pero así es. Y en lo sucesivo aviso al lector del tipo de persona que soy y que es lo que puede esperar de mí. Todavía está a tiempo de cerrar el libro y acusarme de idiota, retrógrado y de ser un Askóchenski, por quien, aprovechando esta oportunidad, me apresuro a expresar mi sincera, profunda y firme admiración”.
No sé quién es el Askóchenski ese, pero seguro que otro angelito. No sé si leer el libro o tirarlo a la hoguera cuando tenga frío. De momento lo coloco en la estantería y busco otras lecturas mientras espero vuestros comentarios.